La Caída (Der Untergang)
Se me ocurre comenzar esta reseña compartiendo algo que sucedió en la sala de cine donde tuve la oportunidad de ver “La Caída”: La asistencia fue bastante nutrida, y al culminar el filme muy pocos espectadores (por no decir ninguno) se levantaron de sus asientos de forma inmediata. El silencio era general, y se podían ver caras de asombro, tristeza, y reflexión. Poco a poco la gente fue recuperándose del estado de inmovilidad momentáneo, y el recinto comenzó a desocuparse. En otras palabras, la obra nos dejó exhaustos, mudos, y profundamente conmovidos.
Dirigida por Oliver Hirschbiegel, la pieza recrea los últimos días de la vida de Adolfo Hitler, y la desintegración definitiva del siniestro Tercer Reich. Basada en el libro “Der Untergang” (Titulo original del filme en su idioma nativo) del historiador alemán Joachim Fest y en las memorias de Traudl Junge, secretaria personal de Hitler, “La Caída” es un retrato descarnado del fin de uno de los periodos más oscuros de la historia moderna.
Las películas sobre la vida de Hitler generalmente nos muestran a este nefasto personaje histórico de una forma unidimensional, representándolo como una caricatura diabólica sin ninguna conexión con la raza humana. “La Caída” nos presenta al Hitler hombre, sin que esto signifique que exista la intención de atenuar sus rasgos sicóticos o darle un enfoque positivo a su personalidad. Al ubicarlo en el plano terrenal, la pieza acentúa los horrores de sus logros, plasmando en pantalla, con realismo y crudeza, las terribles consecuencias de un fanatismo desmedido.
Además de brindar un claro retrato de un Fuhrer en decadencia, el filme examina los distintos comportamientos de aquellas personas que estuvieron a su lado al final de su existencia. A lo largo del metraje somos testigos de traiciones, arrepentimientos, actos de heroísmo, aberradas solidaridades, negaciones de la realidad, y fanáticas decisiones, que no dan cabida a la indiferencia y nos invitan a reflexionar acerca de la ilimitada capacidad de destrucción que pueden llegar a tener los ideales guiados por el odio, el rencor, y la intolerancia.
Todos los actores involucrados, encabezados por un impresionante Bruno Ganz en el papel de Hitler, realizan un estupendo trabajo brindando presencia y personalidad definida a sus respectivas interpretaciones. El guión, impecablemente escrito, ofrece a sus numerosos personajes espacio suficiente para respirar y desarrollarse de forma creíble y completa. Tanto la fotografía como la puesta en escena son de primer nivel, y la dirección de Oliver Hirschbiegel es precisa, ágil, y en algunos momentos sencillamente implacable.
En mi opinión, “La Caída” es un filme brillante, redondo, sin huecos narrativos. Una obra dura, pero necesaria y vigente. Más que recomendable, creo que es una pieza imprescindible.
Ramiro Cardozo B.-