Saturday, February 08, 2020

1917

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En el año 1917, durante el desarrollo de la Primera Guerra Mundial, un regimiento de 1.600 soldados ingleses se adentra en territorio enemigo para realizar un ataque a fuerzas alemanas que están en retirada. Esta supuesta huida es una trampa orquestada por los germanos que llevará a la muerte a dicho regimiento. La confirmación viene por reconocimiento aéreo, pero no hay forma inmediata de comunicación con los oficiales encargados de la ofensiva inglesa. Para tratar de evitar la masacre el alto mando envía a los jóvenes soldados Blake (Dean-Charles Chapman) y Scholfield (George MacKay), que deben atravesar solos territorio hostil, para advertir a sus compañeros y evitar el ataque. Esto, para los que crean que estoy contando toda la película, lo sabemos en los primeros cinco minutos de “1917” del director ingles Sam Mendes (“American Beauty”, “Road to Perdition”, “Skyfall”).

“1917” se puede definir como una carrera contra el tiempo que nos permite seguir a nuestros protagonistas, casi como si estuviéramos caminando con ellos, a través de trincheras, rutas subterráneas, caminos rurales, pueblos en ruinas, y demás escenarios de desolación que representan un peligro constante. Mendes escoge construir su historia a través de lo que parece una toma única continua. Obviamente hay cortes, pero la obra está editada de una manera en que los mismos se hacen imperceptibles. Esto no es un simple truco para demostrar maestría técnica (que por supuesto la hay) sino un recurso absolutamente idóneo para que vivamos de la manera mas cercana la odisea de estos dos soldados. La pieza cuenta un episodio bélico que dura unas escasas horas y que es básicamente llegar lo más rápido posible de un punto a otro. No hay mucho margen para construir historias personales de los personajes centrales. Pero la decisión de construir una aparente toma continua nos hace participes de todo su camino y crea una relación de empatía inmediata sin necesidad de que conozcamos sus vidas a profundidad.

La película está impecablemente hecha y ofrece un par de horas frenéticas, de mucha tensión e incertidumbre. Nos muestra los horrores de la guerra de manera efectiva, pero sin descuidar una sensible construcción estética que nos regala momentos de total poesía visual. La cinematografía a cargo del gran Roger Deakins seguramente ya estará siendo estudiada y analizada en escuelas de cine. Un trabajo magistral en una carrera como pocas.

Dean-Charles Chapman (“Game of Thrones”) y George MacKay (“Captain Fantastic”, “Pride”) se lucen en los papeles estelares creando una interacción creíble dentro de las circunstancias enfrentadas por sus personajes. Hay que decir que es MacKay el de mayor peso dramático y el que deja la mejor impresión, sin que esto le quite ningún merito a su compañero. Actores muy conocidos como Colin Firth y Benedict Cumberbatch tienen roles representando oficiales de alto rango, pero sus intervenciones son fugaces y sinceramente olvidables. Parecen estar utilizados más para darle vistosidad histriónica y fuerza comercial a la película que para hacer un aporte realmente significativo. Pero este aspecto no tiene suficiente peso para afectar negativamente todos los aciertos que rodean a los mencionados actores.

“1917” es una excelente película que utiliza un recurso técnico que significó un esfuerzo titánico, de coreografía y sincronización, en pro de contar una historia llena de realismo y corazón. Además, recrea una guerra que marcó los primeros años del siglo XX y que, por razones que no entiendo demasiado, no ha tenido mucha exposición en el cine contemporáneo.


Ramiro Cardozo B.-