Jojo Rabbit
"Jojo Rabbit", la nueva película del realizador neozelandés Taika Waititi (“What We Do in The Shadows”, “Thor: Ragnarok”), puede resumirse así: Un niño llamado Jojo (Roman Griffin Davis), adoctrinado en las filas de la juventud nazi, descubre que su madre Rosie (Scarlet Johanson) tiene a una niña judía llamada Elsa (Thomasin McKenzie) escondida en su casa. La interacción con la mencionada niña y el pensamiento progresista de su madre hacen que el pequeño comience a cuestionar los principios de intolerancia que el idealismo nazi trata de inculcarle. Lo anterior se encuentra aderezado con un elemento fantástico: Para lidiar con su soledad, y un entorno que no comprende del todo, Jojo tiene un amigo imaginario que es el mismísimo Adolf Hitler (interpretado por el propio Waititi).
Lo anterior se desarrolla a
través de una comedia satírica que en momentos funciona bastante bien. Hay secuencias de humor puro como un entrenamiento donde se mal utiliza una granada,
o una idiota inspección de la SS en una casa, que funcionan de mil maravillas Adicionalmente
hay un par de personajes de reparto que le dan profundidad al relato y cada vez
que aparecen elevan lo que transpira en pantalla. Uno es el Capitán alemán Klenzendorf
(el gran Sam Rockwell) quien al principio se presenta como un inepto y después
nos damos cuenta que es una fachada para conservar su humanidad en un mundo
absurdo. Y el otro es un niño, amigo de Jojo, llamado Yorki (Archie Yates)
quien cada vez que abre la boca dice algo extraordinario.
Waititi como el Hitler
imaginario es una buena idea. Que una persona de origen maorí represente al Führer es un agudo toque satírico que se
utiliza para ridiculizar la idea de que el mundo fuera gobernado por una raza
aria pura. Pero debo decir que, después de la primera hora, este recurso comienza
a sentirse sobre utilizado y pierde algo de trascendencia en la narrativa.
Roman Griffin Davis desarrolla
el rol protagónico de manera destacada y Thomasin McKenzie está correcta como
Elsa. Scarlet Johanson como Rosie, la verdad no me convenció del todo. Su inglés
con acento alemán no es uniforme y a veces pareciera que se limita a ofrecer
una imagen idílica y perfecta sin profundizar demasiado en las emociones de la
mujer que recrea.
A pesar que esta es una película
que tiene momentos artísticos bien logrados y no hay que negar que Waititi es
un realizador valiente y peculiar, hay elementos melodramáticos que no combinan
bien con la parodia. Esto se hace realmente evidente en los últimos 30 minutos
donde, a mi parecer, el relato pierde foco de manera estrepitosa. En la recta
final el director cede a una cantidad de clichés que se sienten extremadamente
cursis, forzados, y sin cohesión con los bríos iniciales.
“Jojo Rabbit” tiene pasajes sólidos
y un mensaje importante de gran corazón, pero sus ingredientes no me parecen
bien mezclados y presenta una conclusión tan azucarada que puede compararse con
un coma diabético.
Ramiro
Cardozo B.-
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