Disturbia
“Disturbia” es la versión juvenil de “La Ventana Indiscreta” de Alfred Hitchcock. La pieza no logra acercarse ni a diez mil años luz a la excelencia de su fuente original pero, a pesar de varias inconsistencias, posee buen ritmo, algunos momentos de tensión bien logrados, y una buena labor protagónica del joven y talentoso Shia LaBeouf.
Después de golpear a su profesor de español un adolescente de 17 años llamado Kale (LaBeouf) es sentenciado por una corte de menores a cumplir un arresto domiciliario por un periodo de tres meses. La policía coloca un dispositivo (en uno de sus tobillos) que acciona una alarma en el caso de que el muchacho traspase los límites de la propiedad en que habita. Para sobrellevar su reclusión nuestro protagonista se dedica a espiar las casas aledañas y comienza a sospechar que uno de sus vecinos (David Morse) es un asesino en serie. El argumento central es condimentado por una relación romántica que nace entre Kale y una joven recién llegada al vecindario (Sarah Roemer).
La intención de “Disturbia” de ser una película de suspenso “light” es evidente desde el principio. El target de la pieza es sin duda el publico adolescente y por esta razón el filme dosifica los niveles de densidad o sordidez que generalmente acompañan a las historias que hablan de un ser enfermo que se dedica a asesinar a jóvenes mujeres. El villano de la pieza es un personaje unidimensional al que no se analiza a lo largo del metraje, y todo se maneja desde una perspectiva bastante simple que no convencerá a los espectadores más exigentes. Sin embargo, hay algo que este filme tiene a su favor: No aburre. Los acontecimientos se desarrollan con fluidez y LaBeouf se desenvuelve con una solidez que no permite que perdamos interés en su personaje. Otro aspecto que funciona es la relación romántica que se establece entre Kale y su vecina. LaBeouf y Roemer generan suficiente química para que su interacción se sienta real y fresca.
El problema más significativo de “Disturbia” es su clímax. Los minutos culminantes del filme traicionan el tono de intriga suave y entretenimiento sencillo que se establece desde los inicios de la pieza. El director D.J Caruso cierra su obra con una confrontación violenta donde el héroe termina siendo el verdugo del villano. Esta secuencia se encuentra escenificada de una forma tosca y absolutamente convencional lo que representa un quiebre abrupto (y poco inteligente) en la decente dinámica que antecede a esta embarazosa conclusión.
Pero a pesar de su falta de firmeza en algunos pasajes y su pobre final, el filme tiene momentos emocionantes que captan la atención y en líneas generales divierten. No es una gran película pero se puede ver si lo que se busca es un entretenimiento ligero que no exija la utilización de muchas neuronas.
Ramiro Cardozo B.-