1917

En el año 1917, durante el desarrollo de la Primera Guerra Mundial, un regimiento de 1.600 soldados ingleses se adentra en territorio enemigo para realizar un ataque a fuerzas alemanas que están en retirada. Esta supuesta huida es una trampa orquestada por los germanos que llevará a la muerte a dicho regimiento. La confirmación viene por reconocimiento aéreo, pero no hay forma inmediata de comunicación con los oficiales encargados de la ofensiva inglesa. Para tratar de evitar la masacre el alto mando envía a los jóvenes soldados Blake (Dean-Charles Chapman) y Scholfield (George MacKay), que deben atravesar solos territorio hostil, para advertir a sus compañeros y evitar el ataque. Esto, para los que crean que estoy contando toda la película, lo sabemos en los primeros cinco minutos de “1917” del director ingles Sam Mendes (“American Beauty”, “Road to Perdition”, “Skyfall”).

“1917” se puede definir como una carrera contra el tiempo que nos permite seguir a nuestros protagonistas, casi como si estuviéramos caminando con ellos, a través de trincheras, rutas subterráneas, caminos rurales, pueblos en ruinas, y demás escenarios de desolación que representan un peligro constante. Mendes escoge construir su historia a través de lo que parece una toma única continua. Obviamente hay cortes, pero la obra está editada de una manera en que los mismos se hacen imperceptibles. Esto no es un simple truco para demostrar maestría técnica (que por supuesto la hay) sino un recurso absolutamente idóneo para que vivamos de la manera mas cercana la odisea de estos dos soldados. La pieza cuenta un episodio bélico que dura unas escasas horas y que es básicamente llegar lo más rápido posible de un punto a otro. No hay mucho margen para construir historias personales de los personajes centrales. Pero la decisión de construir una aparente toma continua nos hace participes de todo su camino y crea una relación de empatía inmediata sin necesidad de que conozcamos sus vidas a profundidad.

La película está impecablemente hecha y ofrece un par de horas frenéticas, de mucha tensión e incertidumbre. Nos muestra los horrores de la guerra de manera efectiva, pero sin descuidar una sensible construcción estética que nos regala momentos de total poesía visual. La cinematografía a cargo del gran Roger Deakins seguramente ya estará siendo estudiada y analizada en escuelas de cine. Un trabajo magistral en una carrera como pocas.

Dean-Charles Chapman (“Game of Thrones”) y George MacKay (“Captain Fantastic”, “Pride”) se lucen en los papeles estelares creando una interacción creíble dentro de las circunstancias enfrentadas por sus personajes. Hay que decir que es MacKay el de mayor peso dramático y el que deja la mejor impresión, sin que esto le quite ningún merito a su compañero. Actores muy conocidos como Colin Firth y Benedict Cumberbatch tienen roles representando oficiales de alto rango, pero sus intervenciones son fugaces y sinceramente olvidables. Parecen estar utilizados más para darle vistosidad histriónica y fuerza comercial a la película que para hacer un aporte realmente significativo. Pero este aspecto no tiene suficiente peso para afectar negativamente todos los aciertos que rodean a los mencionados actores.

“1917” es una excelente película que utiliza un recurso técnico que significó un esfuerzo titánico, de coreografía y sincronización, en pro de contar una historia llena de realismo y corazón. Además, recrea una guerra que marcó los primeros años del siglo XX y que, por razones que no entiendo demasiado, no ha tenido mucha exposición en el cine contemporáneo.

Ramiro Cardozo B.-

Parásito (Gisaengchung)

Un joven perteneciente a un estrato social bajo es contratado por una madre de una familia muy adinerada para que le dé clases de inglés a su hija adolescente. El joven, viendo lo cómodo y bien pagado que es su nuevo trabajo, intenta que el resto de su familia (padre, madre, y hermana) formen parte de la nomina de empleados de este privilegiado hogar.

Revelar mas de lo anterior no tiene sentido ya que “Parasito” es una película tan sorprendente que mientras menos se sepa sobre ella antes de experimentarla es mucho mejor. Lo que si puedo decir es que es casi imposible poder enmarcarla dentro de un solo género. Aquí encontramos comentario social, comedia negra, suspenso, e incluso elementos de terror.

La obra, escrita y dirigida por Bong Joon Ho (“The Host”, “Snowpiercer”, “Okja”), toma caminos inesperados en momentos en que creemos tenerla descifrada. Su confección es inquietante, provocadora, y muy astuta.  Bong Joon Ho cambia, en varias ocasiones, la tonalidad y ritmo de su pieza sin que nada luzca forzado. Esto le da profundidad y muchas lecturas a su historia permeando todo con una sensación de intranquilidad que no permite apartar los ojos de la pantalla.

Todo el reparto es sensacional. No hay un solo interprete que no esté absolutamente comprometido a desarrollar todas las dimensiones de su respectivo personaje. La película juega con las preconcepciones que podemos tener sobre alguien perteneciente a una clase social u otra, y nos expone a distintas perspectivas de una manera inteligente y en momentos explosiva. Aunque hay algunos comentarios y reflexiones específicas sobre la sociedad coreana, el filme nunca se siente ajeno a las realidades universales. En otras palabras, no hay ninguna brecha cultural que no nos permita seguir con atención lo que sucede en el relato.

Bong Joon Ho es un talento ya consagrado. Su filmografía está llena de buenos títulos que profundizan en la condición humana de una manera creativa y siempre interesante. Pero con “Parasito” parece tener su voz de autor mas afinada que nunca. Todos los elementos que componen la obra están engranados de manera maestra. Esto es cine en su máximo esplendor. En mi opinión, la mejor película del 2019.

Ramiro Cardozo B.-

Entre Navajas y Secretos (Knives Out)

Dar muchos detalles sobre lo que sucede en “Entre Navajas y Secretos” seria arruinar parte de la diversión para aquellos que aún no la han visto. Resumiré brevemente su premisa diciendo que relata la investigación de la muerte de un millonario escritor (Christopher Plummer) patriarca de una numerosa familia dependiente económicamente de él. Es un ¿Quién lo hizo? que se inspira en novelas de misterio como las creadas por la famosa Agatha Christie.

Dirigida, y escrita, por Rian Johnson (“Brick”, “Looper”) “Entre Navajas y Secretos" es una comedia sagaz que logra balancear humor negro, suspenso, y situaciones que, por más absurdas que parezcan, calzan admirablemente dentro del mundo que la película construye. Los personajes son numerosos, pero a todos se les da espacio para respirar y desenvolverse de forma creíble. No hay nada que se sienta de sobra. Todo tiene una finalidad y Johnson no permite que perdamos la curiosidad de ver como concluye su historia.

Algo que me gustó mucho es que la película, aunque milimétricamente planeada para ofrecernos un final que cumpla o exceda las expectativas que despierta desde sus minutos iniciales, nunca pareciera tomarse a si misma demasiado en serio. Su único objetivo es que el espectador pase un buen rato. Esta claridad y ausencia de pretensión la hacen aún más apreciable.

Pocas películas norteamericanas del 2019 ofrecen un reparto tan atractivo y variado que incluye al ya mencionado, y legendario, Christopher Plummer, Daniel Craig, Toni Collette, Chris Evans, Jamie Lee Curtis, Michael Shannon, Don Johnson, y la joven Katherine Langford. Todos excelentes en sus respectivos papeles. Ahora, la que más sorprende en términos histriónicos es Ana De Armas. La actriz cubano-española, con mucho menos experiencia que el resto de sus compañeros, tiene la responsabilidad de dar vida al que se va convirtiendo en el personaje mas relevante de la obra a medida que pasan los minutos. La bella interprete asume el reto y realiza un trabajo verdaderamente impecable.

“Entre Navajas y Secretos” es una delicia de película. Inteligente, graciosa, y desenfadada. Entretenimiento puro del más alto nivel.

Ramiro Cardozo B.-

Dolor y Gloria

Con “Dolor y Gloria” Pedro Almodóvar nos demuestra enérgicamente su valentía y sinceridad como realizador. Esta película es, casi en su totalidad, una autobiografía donde el director desnuda su alma y nos habla de sus dolores (físicos y emocionales), adicciones, miedos, y todos aquellos acontecimientos y personas que moldearon su vida desde que era un niño. Todo lo que lo formó como persona y luego como artista está aquí, desde lo mas luminoso hasta lo más oscuro.

El personaje central es Salvador Mallo (Antonio Banderas) un director de cine de edad madura con una salud bastante deteriorada que lo obliga a consumir medicamentos constantemente. Su autoinducida soledad, inactividad como creador, y heridas sin sanar, lo llevan a tener un comportamiento errático y a consumir heroína como un transitorio escape. En este bajón existencial Salvador rememora su pasado y como espectadores comenzamos a entender el por qué de su presente. Este recorrido por sus raíces genera situaciones que despiertan su espíritu y oxigenan sus sensibilidades artísticas.

La manera en que Almodóvar construye su obra es digna de todos los elogios. Su creatividad y madurez como narrador de historias alcanzan su máximo potencial. Es poético, agudo, melancólico, transparente, y acertado en todas las decisiones que presenta en pantalla. Hay ingenio y lucidez de inicio a fin.

Antonio Banderas en el rol protagónico realiza el mejor trabajo de su carrera. El actor siempre luce bien cuando trabaja con Almodóvar, pero aquí parece bendecido por los dioses de la interpretación. El malagueño se convierte en su personaje, lo vive, y lo respira. Es evidente que Banderas entiende a profundidad lo que su director quiere transmitir a través Salvador, y el resultado es brillante. Todos los demás actores involucrados están perfectos en sus respectivos personajes, especialmente Asier Etxeandia como Alberto y Leonardo Sbaraglia como Federico (hay una escena que el actor argentino comparte con Banderas que es sencillamente conmovedora).

“Dolor y Gloria” es una obra magníficamente dirigida, escrita, y actuada. Un retrato inolvidable de un artista que se hace, se pierde, y se reencuentra. Honestidad cinematográfica total.

Ramiro Cardozo B.-

Mi Nombre es Dolemite (Dolemite is My Name)

Para mediados de los años 70s Rudy Ray Moore (Eddie Murphy) era básicamente un perdedor. Este individuo había probado suerte en diversas ramas del mundo artístico (comedia, música, baile, etc.) de manera totalmente infructuosa. Para sobrevivir trabajaba como encargado de una tienda de discos de acetato y como presentador en un club nocturno. Rudy comienza a escuchar cuentos y leyendas urbanas que le compartían vagabundos y borrachos de la calle, y a partir de esas historias construye un personaje llamado Dolemite a través del cual crea una rutina de Stand Up vulgar y provocadora que se convierte en un éxito en la escena underground afroamericana. Esto impulsa a Rudy a llevar las aventuras de su personaje al cine, sin tener la más mínima idea de cómo hacerlo.

Esta es la historia real que cuenta “Mi Nombre es Dolemite”, dirigida por Craig Brewer (“Hustle and Flow”, “Black Snake Moan”). Confieso que cuando vi el tráiler del film no me sentí muy atraído. La razón principal era Eddie Murphy. El famoso comediante desde hace muchos años venia ofreciendo papeles mediocres en películas absolutamente olvidables. Su innegable talento y energía para la comedia adulta, que lo convirtieron en una mega estrella de los 80s, parecían muertos o en letargo eterno. Pues, no podía haber estado mas equivocado. Esta es una película excelente construida con dinamismo por todos los involucrados. Especialmente por Murphy, quien crea un personaje divertido, enfocado en lo que quiere, que se conecta con el espectador desde el primer minuto en que aparece en pantalla. Y el éxito aquí no radica solo en la maestría del actor como humorista. Murphy demuestra que tiene las herramientas dramáticas para desnudar la frustración de Rudy y las heridas del maltrato familiar que sufrió de joven.

La comedia es definitivamente orientada para adultos. Rudy era un humorista sin sutilezas, que utilizaba un lenguaje procaz y desarrollaba chistes explícitos, en extremo vulgares, generalmente relacionados con sexo y crimen (muchos artistas norteamericanos lo consideran el Padre de RAP). Sin embargo, la dirección y el guion de la película se encargan de amalgamar estos elementos con temas como amistad, perseverancia, valentía, y convicción absoluta en lo que uno cree. Esto se siente orgánico y siempre creíble

Además de la inspirada intervención de Murphy “Mi Nombre es Dolemite” presenta una cantidad de coloridos personajes llevados a cabo con entusiasmo y profesionalismo por actores que incluyen a Keegan-Michael Key, Mike Epps, Craig Robinson, y Tituss Burgess. Wesley Snipes, como el director D’Urville Martin, brinda un trabajo intencionalmente sobreactuado que es uno de los más graciosos de la película. Merece una mención especial la, hasta ahora desconocida, Da’Vine Joy Randolph en el rol de Lady Reed. La joven actriz se roba todas las escenas en las que participa. Una labor llena de chispa y en momentos realmente conmovedora.

“Dolemite is My Name” ofrece un humor adulto con elementos dramáticos que nunca se sienten desasociados. Entretiene y contagia con su optimista mensaje de perseverancia antes las adversidades y nos regala uno de los mejores trabajos protagónicos en la carrera de Eddie Murphy. 

Ramiro Cardozo B.-