Lincoln

Abraham Lincoln es uno de los personajes políticos más  respetados y venerados de EEUU. Steven Spielberg, Daniel Day-Lewis, y el guionista Tony Kushner se dan a la tarea de retratar el lado terrenal de una figura de inmensa significación histórica. Algo nada fácil si se considera que dentro de la cultura norteamericana este nativo de Kentucky más que un hombre es un símbolo de los más altos principios.
     

Un gran acierto de “Lincoln” es no tratar de ser una biografía convencional y rígida que reconstruye paso a paso la vida política del personaje central hasta que llegó a convertirse en el décimo sexto presidente de los Estados Unidos. Spielberg y compañía deciden contar solo los dos últimos meses de vida de nuestro protagonista, periodo en el que se encontraba centrado en dos objetivos fundamentales: Abolir la esclavitud y poner punto final a una larga y cruenta guerra civil. De esta manera el filme nos introduce sin mayores preámbulos en el carácter completamente formado de Abraham Lincoln estableciendo una sensación de cercanía desde los minutos iniciales de la pieza. Sus sobradas aptitudes de hábil negociante en un mundo de gran tensión política, su accesibilidad como personalidad pública, y sus complicadas relaciones familiares son ilustradas de manera excepcional.

En términos de realización la película no tiene puntos flojos. Hay una minuciosa atención a los detalles que nos transporta a una época de transformaciones que luce autentica y en momentos caótica. Todo esto se ve respaldado por un increíble reparto de intérpretes que incluye a David Strathairn, Joseph Gordon Lewitt, John Hawkes, James Spader, Hal Holbrook, Gloria Reuben, Jackie Earle Haley, Jared Harris, y S. Spatha Merkerson. Tommy Lee Jones, como el ferviente abolicionista Thaddeus Stevens, y Sally Field, como la no muy estable esposa de Lincoln, realizan trabajos sencillamente brillantes.

Y por supuesto está Daniel Day-Lewis, desdoblándose y ofreciendo una monumental actuación en el papel protagónico. Este gran actor realiza un trabajo lleno de matices y logra mostrarnos la sabiduría, la astucia, y la profundidad espiritual de su personaje sin dejar a un lado los aspectos mundanos inherentes a cualquier ser humano que habite este planeta. Se quedan cortos los elogios.

Es importante advertir que este no es el Steven Spielberg de espectáculos masivos como E.T, Jaws, Indiana Jones, o Las Aventuras de Tintín. “Lincoln” es un relato serio plagado de diálogos, disertaciones sociales y filosóficas, confrontaciones ideológicas, y análisis de estrategias partidistas que tal vez no sean afines con espectadores que buscan un entretenimiento más llano y sin complicaciones. Pero los aficionados a reconstrucciones históricas dotadas de gran amplitud temática, con repercusiones aún vigentes en la actualidad, se encontraran con una película impecable, de muchas lecturas, que es sin duda el mejor trabajo de su director en años recientes.

Ramiro Cardozo B.-