Saturday, February 18, 2017

Hasta El Último Hombre (Hacksaw Ridge).

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Desde “Apocalypto”, estrenada hace poco más de 10 años, Mel Gibson no asumía el rol de director. El artista estuvo alejado, o podríamos decir execrado, de las altas esferas de Hollywood durante años por sus controversiales comentarios anti-semitas cuando fue arrestado por manejar en estado de ebriedad, una publicitada grabación donde insultaba de manera desmedida a su ex-novia con expresiones racistas, y comentarios homofóbicos obviamente muy mal recibidos por la comunidad gay.

Desde entonces el famoso actor-director ha ido recuperando terreno, pidiendo disculpas públicamente por sus acciones atribuyéndolas a colapsos emocionales, protagonizando películas de modesto presupuesto, y participando en papeles de villano en películas como “Machete Kills”, y “Los Indestructibles 3”.

Después de esta introducción farandulera, podemos decir que el 2016 ha sido un año definitivo de redención para Gibson que con su último trabajo detrás de las cámaras, “Hasta El Último Hombre”, parece haber hecho las paces con la industria cinematográfica norteamericana obteniendo 6 nominaciones a los premios de la Academia, incluyendo Mejor Película, Mejor Actor (Para Andrew Garfield) y Mejor Director para él.

Con este nuevo trabajo como realizador, Gibson parece sentirse como pez en el agua ya que maneja sus temas favoritos: La Violencia y la Religión. El filme, ambientado en la Segunda Guerra Mundial, cuenta la historia real de Desmond Doss (Andrew Garfield) un joven que se enlista voluntariamente para servir en la guerra con la intención de brindar atención médica a los heridos. Ya en el ejército Desmond es asignado a una tropa de batalla y en los entrenamientos se niega, por principios religiosos, a portar un arma. Desde ese momento es mal visto por sus superiores, y compañeros de tropa, quienes lo catalogan como loco y cobarde, tratando de forzarlo a renunciar. Después de varios giros dramáticos a Doss, que se mantiene firme en sus principios, se le concede el permiso de servir como asistente médico. Una vez en el campo de batalla nuestro protagonista se dedica a salvar la mayor cantidad de vidas posibles, destruyendo los juicios y conceptos iniciales que sus compañeros y superiores tenían sobre él.

Gibson no es un director de sutilezas. Su estilo es directo, visceral, y altamente violento. Aunque estas tendencias puedan no ser afines con algunos espectadores, en esta historia en particular funcionan como anillo al dedo. Al introducir un férreo principio de “no matar” en un escenario de brutal carnicería, el director contrapone, al máximo, los horrores de la guerra con los principios morales de un hombre que decide no contribuir con la muerte sino colaborar con la vida.

Aunque se pueden conseguir algunos lugares comunes, como el algo edulcorado romance inicial o el concepto que un bando representa a los buenos y el otro a los malos, la película logra trascender estos estereotipos porque nunca pierde de vista a su personaje central y lo construye de manera totalmente creíble. La actuación de Andrew Garfield es sencillamente excelente. Sus escenas antes de ir a la guerra, donde su personaje defiende sus principios, son sólidas y en momentos conmovedoras. Una vez en batalla, el actor utiliza sus expresiones faciales para transmitir su dolor y su confusión ante las atrocidades de la guerra, además de su determinación por ayudar a sus compañeros caídos. El resto del reparto, que incluye a Teresa Palmer, Vince Vaughn, Hugo Weaving, y Sam Worthington, realiza una muy buena labor, especialmente Weaving en el papel del padre de Desmond.

“Hasta el Último Hombre” es una película bélica de muy buena factura cuyos principales atributos son la increíble historia real de su personaje central, la enérgica dirección de Gibson, y la inspirada interpretación de Andrew Garfield.


Ramiro Cardozo B.-