James Gandolfini (1961 - 2013).
El pasado 19 de junio dejó de existir físicamente al gran James Gandolfini, constructor, junto con el escritor David Chase, de uno los personajes más icónicos y populares en la historia de la televisión norteamericana: Tony Soprano, protagonista absoluto de la magnífica serie de HBO Los Sopranos.
Desde el
primer episodio Gandolfini se adueñó de la pantalla convirtiéndose en una referencia
obligada dentro de la cultura pop del momento. Tony Soprano era un mafioso de
grandes complejidades emocionales que se movía entre la violenta amoralidad de
su profesión y sus responsabilidades como jefe de familia. Un rol intrincado, lleno
de contradicciones y matices, que le dio a este nativo de New Jersey la
oportunidad de demostrar sus múltiples registros histriónicos y perpetuarse en la memoria de millones de
espectadores de distintas generaciones.
Sin duda, Los Sopranos se convirtió en un fenómeno
cultural gracias al esfuerzo de un nutrido grupo de directores, productores, escritores,
actores, actrices, técnicos, asesores, y demás personas involucradas de una u
otra manera en la serie. Pero sin restarle méritos a nadie, es inevitable
pensar que James Gandolfini era el motor de este gran logro, el ingrediente infaltable,
ese factor diferencial único. Un actor entregado por entero a presentar a su audiencia un personaje sorprendente, imperfecto, de dimensiones varias, que cambió para
siempre la manera de percibir los relatos criminales.
El cine
queda en deuda con el intérprete por no ofrecerle los papeles protagónicos que se
merecía. Sus admiradores siempre presumimos que en algún momento llegaría el
papel que lo consolidaría definitivamente en la pantalla grande. Sin embargo brindó
sólidos trabajos en títulos tan diversos como True Romance, In The Loop,
The Man Who Wasn’t There, A Civil Action, Not Fade Away, Welcome to the
Rileys, y The Mexican, entre
otros.
Si bien se
fue prematuramente, James Gandolfini se encuentra dentro del grupo de hombres y
mujeres que nos han dejado un legado artístico inobjetable e inmortal. Adiós al
mejor de los malhechores.
Ramiro Cardozo B.-
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