El Cantante
Hector Lavoe es sin duda uno de los artistas más representativos de la música caribeña y uno de los pilares de esa fusión de ritmos latinos (son, guaracha, merengue, guajira, mambo, etc.) que se bautizó como Salsa. La evolución profesional de Lavoe, su convulsionada existencia, y el arraigo que su obra generó en miles de fanáticos constituyen una enorme fuente para producir una película interesante y apasionada donde se puedan analizar los distintos impulsos (nobles y oscuros) del genio creador de este legendario boricua.
“El Cantante”, dirigida por León Ichaso, pretende ser la biografía cinematográfica de Lavoe y en mi opinión fracasa rotundamente. El filme solo nos dice que su protagonista era un drogadicto famoso que estaba casado con una mujer con la que compartió una vida llena de excesos que lo llevaron a una tumba prematura. Hasta aquí llega la visión de Ichaso a quien parece no interesarle plasmar los distintos elementos que hicieron de Lavoe un artista único. En ningún momento la obra nos habla con coherencia sobre su desarrollo profesional, sus sensibilidades artísticas, o las relaciones que permitieron que su particular talento explotara de forma definitiva. Willie Colon (John Ortiz) y Johnny Pacheco (Nelson Vázquez), quienes fueron personajes claves en la vida de Lavoe, son presentados en la película con una superficialidad que puede resultar ofensiva para los estudiosos y amantes de la Salsa. Es cierto que Colon aparece en buena parte del filme pero está desarrollado de manera unidimensional y en manos de Ortiz parece más un narcotraficante que un artista que por merito propio llegó a convertirse en un icono de la música latinoamericana.
Por otro lado el hundimiento de nuestro protagonista en el mundo de las drogas se encuentra tratado con una buena dosis de amarillismo lo que evita que sus demonios internos sean ilustrados con seriedad y respeto. La relación amorosa entre Lavoe (Marc Anthony) y su esposa Puchi (Jennifer Lopez) se construye a través de tediosas peleas y reconciliaciones que no ahondan en los problemas de fondo de la pareja. El personaje de Puchi es lineal y aburrido y el empeño de Ichaso en convertirla en una figura central hace que la importancia de Lavoe sea reducida criminalmente. En el plano visual la obra ofrece una estética de video clip que luce trillada y en líneas generales bastante vulgar.
Marc Anthony carece del rango para desarrollar un personaje tan complejo como contradictorio, y la Lopez, sin llegar a ser terrible, no logra meterse de lleno en la piel de su personaje. El resto de los intérpretes realizan una labor desigual y completamente olvidable. Lo único rescatable de esta pieza es su música, pero esto es merito del estupendo legado sónico del gran Hector Lavoe y el grupo de artistas que le acompañaron en su aventura creativa.
Es una lastima que un personaje de tantos matices como Lavoe haya sido tratado con este nivel de mediocridad. Esperemos que en un futuro cercano algún cineasta con talento y sensibilidad pueda brindarnos un relato que aborde con profundidad e inteligencia la agitada vida de este inolvidable talento puertorriqueño que para muchos sigue siendo el Rey de la Salsa.
Ramiro Cardozo B.-
<< Home