Borat
“Borat” es una de las películas más políticamente incorrectas que he tenido la oportunidad de ver en los últimos años. El filme está lleno de chistes escatológicos, ofensivos comentarios raciales, referencias peyorativas hacia el sexo femenino, burlas sociales, ataques satíricos contra diversas religiones, e incontables secuencias donde delicadeza, elegancia, y tacto se encuentran totalmente ausentes.
La descripción anterior pudiera interpretarse como negativa, pero la verdad es que la obra utiliza el mal gusto y los aspectos grotescos de la comedia frontal de una manera inteligente que apunta a poner al descubierto varios aspectos nada complacientes de la sociedad americana.
La trama es sencilla: Un descerebrado periodista de Kazajstán llamado Borat Sagdiyev (Sacha Baron Cohen) viaja a Estados Unidos para realizar un documental sobre la vida e idiosincrasia norteamericana y luego llevar este aprendizaje cultural a su país natal. Lo interesante de este experimento es que algunas de las personas que interactúan con el pintoresco personaje ignoran que es un actor interpretando un papel, aspecto que permite que muchas de las reacciones sean espontáneas. Esta aproximación de falso documental es manejada con astucia y genera situaciones humorísticas no ensayadas llenas de absurda naturalidad.
Sacha Baron Cohen asume su papel de alborotador con una devoción casi enferma. El comediante ingles utiliza cada uno de sus recursos para sacar de sus casillas a todas las personas que se presentan en su camino, aprovechando cualquier llaga social para meter su dedo. Si bien no todo en el filme es improvisado ya que existen cómplices y un esqueleto argumental previamente preparado, el actor maneja sus afilados instintos para manipular las reacciones de los incautos en beneficio de sus oscuras intenciones humorísticas. Un trabajo para recordar.
“Borat” no es una comedia para todos los gustos ya que su tono crudo e irritante puede resultar bastante desagradable para algunos espectadores, pero los amantes de la irreverencia y la provocación seguramente se sentirán complacidos con este alocado ejercicio de desenfado y falta de diplomacia.
Ramiro Cardozo B.-
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