Kinsey
Al terminar de ver ¨Kinsey¨, la más reciente película de Bill Condon (Dioses y Monstruos), sentí que había compartido dos horas con un personaje real e interesante cuyas investigaciones científicas realizadas a mediados del siglo XX fueron trascendentales para entender las múltiples vertientes del comportamiento sexual de los seres humanos, y permitieron que se desecharan creencias mojigatas que impedían que muchas personas disfrutaran de una vida sexual plena y enriquecedora.
Sin duda Alfred Kinsey (muy bien interpretado por Liam Nelson) fue una personalidad notable. Un hombre perseverante y valiente que no se dejo amedrentar por una sociedad puritana que desaprobaba sus investigaciones y los métodos que utilizaba para llevarlas a cabo. También fue un hombre complejo que descubrió distintos matices dentro de su propia sexualidad compartiendo con su esposa y colaboradora Clara (la impecable Laura Linney) una vida matrimonial con concesiones que pueden ser consideradas como inaceptables para muchas parejas, aun en nuestros tiempos.
Pero a pesar de tener un personaje central de gran riqueza, creo que Kinsey no funciona del todo bien en cuanto a narrativa cinematográfica. La película carece de un ritmo constante y en algunos pasajes se hace un poco pesada y redundante. Hay algunos aspectos de la vida personal del investigador que se exponen pero no terminan de desarrollarse de forma integral y satisfactoria. En mi opinión, la obra no posee la fuerza suficiente para mantener totalmente involucrado al espectador de principio a fin.
Con fallas incluidas, ¨Kinsey¨ es un filme que merece ser visto, pero pienso que sus meritos tienen que ver con la relevancia del personaje central, y no con los atributos cinematográficos de la pieza.
Ramiro Cardozo B.-
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