Infiltrado en el KKK (Blackkklansman)
Comenzando los años 70 un detective afroamericano llamado Ron Stallworth (John David Washington) logra infiltrarse en una célula del Ku Klux Klan (Organización de Supremacistas Blancos que nació en EEUU en la segunda mitad de siglo XIX y que, lamentablemente, aun cuenta con miembros en la actualidad) con el fin de evitar un posible atentado terrorista. El mencionado oficial se presenta, vía telefónica, como alguien que cree en la purificación de la raza blanca, quiere convertirse en miembro del Klan, y está dispuesto a combatir a las minorías con toda dedicación. Una vez que la nefasta organización muerde el anzuelo y acepta reunirse personalmente con Stallworth, quien por obvias razones no puede presentarse, entra en escena su colega, el detective Flip Zimmernam (Adam Driver), quien asume la identidad “blanca” de Stallworth. Cabe mencionar, como parte importante de lo que transcurre en pantalla, que Flip es judío (también Objetivo de la violencia y persecución del KKK).
Por más absurda e improbable
que suene la premisa de “Infiltrado en el KKK”, la misma está basada en la
historia real del propio Ron Stallworth quien escribió un libro sobre sus
vivencias.
Un relato como este estaba destinado
a caer en manos de Lee, quien como realizador ha dedicado su carrera a plasmar
la problemática racial de su país. “Malcom X” y “Do The Right Thing” (su obra
maestra, en mi opinión) son ejemplos significativos de su visión y talento. Aunque
el afamado director nunca ha dejado de ser un artista interesante, esfuerzos
recientes como el remake de “Oldboy”, la adaptación moderna de la obra griega Lisístrata
“Chi-Raq”, o “Blood of Jesus” parecían insinuar que sus mejores años habían
quedado atrás. Afortunadamente, con este nuevo filme, estas insinuaciones
quedan anuladas.
Con “Infiltrado en el KKK”
Spike Lee reencuentra sus mejores instintos narrativos y su agudeza para contar
historias, ofreciéndonos una película ágil, significativa, y actual. Aunque hay
una obvia postura política, el realizador no la presenta como un sermón, o de
manera aburrida e híper dramática. Si bien el tema del odio y la violencia
hacia procedencias étnicas especificas es muy serio y delicado, la historia se
mueve de manera entretenida en ocasiones recurriendo a elementos de humor para
desnudar la estupidez y la falta de instrucción inherentes a comportamientos
racistas.
Los encargados de poblar la
historia ofrecen trabajos encomiables. John David Washington (Hijo de Denzel
Washington) se mueve con soltura en el personaje central de Ron Stallworth revistiéndolo
de inteligencia, ética, y sensibilidad social. Adam Driver brinda la mejor
interpretación de la pieza en el papel del policía judío Flip. El actor logra
transmitir con claridad el conflicto moral de fingir y tener que interactuar
físicamente con un grupo de personas que desprecian todas las creencias y
formas de ver la vida de su personaje. Washington y Driver crean un excelente
ritmo en las escenas que comparten, especialmente en aquellas con toques de
comedia. Los actores que dan vida a los
miembros del KKK realizan una labor muy eficiente al representar la
peligrosidad del fanatismo y la ignorancia, y el efecto devastador del odio.
Merecen mención especial Topher Grace, como el infame dirigente David Duke, y Jasper
Pääkkönen en el rol de Felix Kendrickson, un militante con toques psicóticos
capaz de hacer lo que sea por cumplir con los objetivos de su organización.
Spike Lee nos regala su
mejor película en años. Un trabajo redondo que presenta una historia ocurrida
hace más de cuatro décadas con la intención de exponer oscuros y preocupantes
paralelismos con los acontecimientos socio-políticos de la era Trump. Un gran balance
de drama, suspenso, humor, desparpajo, y comentario social.
Ramiro Cardozo B.-
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