Monday, February 18, 2019

Infiltrado en el KKK (Blackkklansman)

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Comenzando los años 70 un detective afroamericano llamado Ron Stallworth (John David Washington) logra infiltrarse en una célula del Ku Klux Klan (Organización de Supremacistas Blancos que nació en EEUU en la segunda mitad de siglo XIX y que, lamentablemente, aun cuenta con miembros en la actualidad) con el fin de evitar un posible atentado terrorista. El mencionado oficial se presenta, vía telefónica, como alguien que cree en la purificación de la raza blanca, quiere convertirse en miembro del Klan, y está dispuesto a combatir a las minorías con toda dedicación. Una vez que la nefasta organización muerde el anzuelo y acepta reunirse personalmente con Stallworth, quien por obvias razones no puede presentarse, entra en escena su colega, el detective Flip Zimmernam (Adam Driver), quien asume la identidad “blanca” de Stallworth. Cabe mencionar, como parte importante de lo que transcurre en pantalla, que Flip es judío (también Objetivo de la violencia y persecución del KKK).

Por más absurda e improbable que suene la premisa de “Infiltrado en el KKK”, la misma está basada en la historia real del propio Ron Stallworth quien escribió un libro sobre sus vivencias.

Un relato como este estaba destinado a caer en manos de Lee, quien como realizador ha dedicado su carrera a plasmar la problemática racial de su país. “Malcom X” y “Do The Right Thing” (su obra maestra, en mi opinión) son ejemplos significativos de su visión y talento. Aunque el afamado director nunca ha dejado de ser un artista interesante, esfuerzos recientes como el remake de “Oldboy”, la adaptación moderna de la obra griega Lisístrata “Chi-Raq”, o “Blood of Jesus” parecían insinuar que sus mejores años habían quedado atrás. Afortunadamente, con este nuevo filme, estas insinuaciones quedan anuladas.

Con “Infiltrado en el KKK” Spike Lee reencuentra sus mejores instintos narrativos y su agudeza para contar historias, ofreciéndonos una película ágil, significativa, y actual. Aunque hay una obvia postura política, el realizador no la presenta como un sermón, o de manera aburrida e híper dramática. Si bien el tema del odio y la violencia hacia procedencias étnicas especificas es muy serio y delicado, la historia se mueve de manera entretenida en ocasiones recurriendo a elementos de humor para desnudar la estupidez y la falta de instrucción inherentes a comportamientos racistas.

Los encargados de poblar la historia ofrecen trabajos encomiables. John David Washington (Hijo de Denzel Washington) se mueve con soltura en el personaje central de Ron Stallworth revistiéndolo de inteligencia, ética, y sensibilidad social. Adam Driver brinda la mejor interpretación de la pieza en el papel del policía judío Flip. El actor logra transmitir con claridad el conflicto moral de fingir y tener que interactuar físicamente con un grupo de personas que desprecian todas las creencias y formas de ver la vida de su personaje. Washington y Driver crean un excelente ritmo en las escenas que comparten, especialmente en aquellas con toques de comedia.  Los actores que dan vida a los miembros del KKK realizan una labor muy eficiente al representar la peligrosidad del fanatismo y la ignorancia, y el efecto devastador del odio. Merecen mención especial Topher Grace, como el infame dirigente David Duke, y Jasper Pääkkönen en el rol de Felix Kendrickson, un militante con toques psicóticos capaz de hacer lo que sea por cumplir con los objetivos de su organización.

Spike Lee nos regala su mejor película en años. Un trabajo redondo que presenta una historia ocurrida hace más de cuatro décadas con la intención de exponer oscuros y preocupantes paralelismos con los acontecimientos socio-políticos de la era Trump. Un gran balance de drama, suspenso, humor, desparpajo, y comentario social.


Ramiro Cardozo B.-