La Forma del Agua (The Shape of Water)
Después de haber realizado la no muy sólida y pobremente recibida “La Cumbre Escarlata” en el año 2015, Guillermo Del Toro regresa a la silla de director, con sus fortalezas artísticas repotenciadas, regalándonos “La Forma del Agua”. La película cuenta la extraña relación romántica entre una mujer muda (Sally Hawkins), que forma parte del personal de limpieza de un componente militar secreto, y una extraña criatura que se encuentra prisionera para ser estudiada científicamente en la misma instalación.
Del
Toro sigue con su sello de autor combinando mundos extraños y seres fantásticos
con una emotividad que escudriña los sentimientos humanos más elementales. En “La
Forma del Agua” los héroes de la historia son seres marginados, y diferentes,
que buscan encontrase a sí mismos o ser comprendidos por su entorno: La pareja protagónica
ya mencionada, un hombre sesentón (Richard Jenkins) que reprime su
homosexualidad y se refugia viendo viejos musicales de Hollywood, una mujer de
color (Octavia Spencer) en una era de prejuicios raciales que además tiene que
soportar la indiferencia de su marido, y un espía ruso (Michael Stuhlbarg) que
comienza a cuestionar sus lealtades y cuyo verdadero amor es la ciencia. Y por
supuesto, estos personajes tienen una titánica oposición representada por un
General Norteamericano (Nick Searcy) y su despiadado Jefe de Seguridad (Michael
Shannon).
La
obra crea un contexto atípico, misterioso, y en ocasiones muy peligroso, donde
su poco probable romance central termina luciendo creíble e incluso lógico.
En otras palabras, se construye un mundo con tanta eficiencia que los
espectadores terminan envueltos en sus particularidades.
El
filme está lleno de poesía visual y sonora. La cinematografía, diseño de producción,
música, y efectos visuales y de sonido son de primera línea creando momentos de
estética sublime. Un aspecto que vale la pena mencionar es la habilidad con la
que Del Toro combina lo hermoso con lo grotesco. El filme tiene una atmosfera bella
y evocadora que se intercala con episodios sangrientos o de violencia y el cineasta
logra balancear estos elementos de manera admirable. También cohesiona romanticismo
cándido con dosis bien administradas de sexualidad.
El
reparto es sencillamente impecable. Sally Hawkins brilla en el papel principal
transmitiendo todo su mundo interno a través de una gestualidad que pareciera
ser más clara que las palabras. Un trabajo inolvidable. Richard Jenkins sigue
demostrando su extraordinaria habilidad de desaparecer en la piel de sus
personajes. Octavia Spencer nos ofrece una simpática y sólida interpretación,
aunque se podría decir que es una variación de trabajos anteriores. Sin
embargo, su importante aporte en esta pieza es innegable. Michael Stuhlbarg se desenvuelve
muy bien en el rol de un hombre con dos identidades. Finalmente, y no menos
importante, está Michael Shannon que se luce en el papel de villano ilustrando
las retorcidas convicciones de su personaje.
“La
Forma del Agua” es una fábula adulta llevada a la pantalla con gran oficio y dedicación.
Fantasía con conectores de realidad. Una excelente obra que sin duda pasa a ser
uno de los títulos más relevantes en la carrera del famoso realizador mexicano.
Ramiro Cardozo B.-
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