El Señor de la Guerra (Lord of War)
Son incontables las películas que saturan la pantalla con armas de fuego y su consecuente efecto destructivo, pero no son muchas las que nos introducen, de manera integral, en el mundo del tráfico de armas a gran escala. El director Andrew Niccol (Gattaca) intenta brindarnos una mirada, aguda y corrosiva, de este universo en “El Señor de la Guerra”, un filme con aciertos y debilidades que, en mi opinión, termina siendo recomendable.
La obra nos permite ser testigos de aproximadamente 20 años de la vida de Yuri Orlov (Nicolas Cage), un estadounidense de origen ucraniano que, después de una crisis vocacional, descubre su instinto innato para la comercialización de armas y termina convirtiéndose en un exitoso proveedor de grandes arsenales destinados a nutrir diversas guerras a nivel global. La primordial intención de Orlov es vender, sin que priven consideraciones morales, ni análisis sobre las motivaciones de sus compradores. Esta indiferencia se ve vulnerada cuando su forma de sustentarse comienza a afectar la existencia de sus seres queridos.
El guión posee monólogos y diálogos escritos con inteligencia, ironía, y un humor algo macabro que nos entretiene e incomoda al mismo tiempo. La película es narrada por nuestro protagonista, recurso que funciona muy bien en algunas secuencias brindando profundidad y mayor entendimiento a las situaciones que transpiran en pantalla, pero que en otros pasajes puede resultar redundante entorpeciendo la fluidez narrativa.
El principal punto flojo de la pieza es que, en el último tercio de su metraje, amenaza con cambiar su tono y convertirse en un típico cuento de redención personal, con matices de sermón moralista. Afortunadamente, Niccol cierra con un final sin muchas concesiones que se apega a una realidad nada complaciente, pero realidad al fin.
Nicolas Cage realiza una sólida labor en el rol protagónico, brindándonos un personaje interesante con principios poco ortodoxos, que termina aceptando, con consecuencias trágicas incluidas, su posición en el mundo. Jared Leto realiza un buen trabajo el papel de Vitaly (Hermano de Yury), pero da la impresión que su personaje no termina de desarrollase de manera satisfactoria, aspecto atribuible a la construcción del personaje en papel y no a al desenvolvimiento del actor. El veterano Ian Holm, y el conocido Ethan Hawk tienen intervenciones cortas que llevan a cabo con solvencia, pero sin mayor brillo. La hermosísima Bridget Moynahan, como la esposa de Yuri, es la más débil del reparto. La actriz luce sosa y poco convincente.
Para concluir, pienso que, a pesar de sus lagunas, “El Señor de la Guerra” es buen esfuerzo que nos habla de un tema interesante de una forma aguda y generalmente entretenida, permitiéndonos reflexionar acerca de una problemática que contribuye a que nuestro Planeta Tierra siga su franca carrera hacia la autodestrucción.
Ramiro Cardozo B.-
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