Anora
Anora (Mikey Madison), prostituta estadounidense de
ascendencia rusa, es requerida por el dueño del club nudista donde trabaja para
atender a Iván (Mark Eydelshteyn) un joven ruso miembro de una de las familias
más ricas y poderosas de su país. Este, atraído por la personalidad y energía
sexual de nuestra protagonista, le ofrece una gran cantidad de dinero para que
pase varios días con él en una dinámica llena de derroche, alcohol, sexo y
drogas. Dentro de este ambiente de desenfreno le ofrece matrimonio y la pareja
termina casada en Las Vegas. Una vez conocida la noticia, los padres de Iván
(Aleksei Serebryakov, y Darya Ekamasova) deciden viajar a EEUU para anular el
matrimonio lo antes posible. Mientras tanto un trio de criminales (Karren
Karagulian, Vache Tovmasyan, y Yura Borisov), que trabajan para la familia, aparecen
en la casa donde están ubicados los recién casados para custodiarlos hasta la
llegada de sus empleadores. Iván escapa y se inicia una búsqueda nocturna por
la ciudad de Nueva York.
“Anora” utiliza la premisa de la exitosísima “Mujer
Bonita” (una trabajadora sexual de buen corazón que se enamora de un millonario
y hace que él valore las cosas importantes de la vida + final feliz) y la
desmitifica a punta de golpes de realidad cruda y sin sensiblerías. Sean Baker
(Red Rocket, The Florida Project) dirige y escribe con destreza y compromiso. El artista neoyorquino acciona cambios de tonalidad y géneros
jugando con nuestras expectativas. En algunos momentos su película es un relato
de juventud desbocada con absoluta franqueza sexual, luego se convierte una
comedia física estilo los tres chiflados con un toque de locura contemporánea,
se permite hacer algunos comentarios sociales, y termina con un tono triste y
poético.
Aunque la obra es manejada con eficiencia, hay una
porción que me pareció algo irregular. Todo el proceso de búsqueda de Iván,
donde los personajes pasan gran parte del tiempo en un vehículo, se me hizo
bastante repetitivo y me cansó un poco. Esto hace que el ritmo sufra y pierda
fluidez. Sin embargo, las cosas retoman velocidad y se animan una vez aparecen
los padres para recobrar la soltería de su hijo.
Además de los esfuerzos de Sean Baker como director,
el otro elemento que hace que “Anora” sea relevante es el trabajo de Mikey
Madison en el papel titular. La interprete, que se llevó el Oscar como Mejor
Actriz, se desempeña con soltura y naturalidad. Madison transmite la honestidad
y el instinto de supervivencia de su personaje con gran claridad. Sin duda, un
muy buen trabajo. Como Iván, Mark Eydelshteyn plasma de forma efectiva la
absoluta irresponsabilidad y la poca empatía hacia los demás que caracterizan a
su personaje hasta el punto de tornarse repulsivo. Yura Borisov como Igor, uno
de los tres guardaespaldas /delincuentes, es el otro lado de la moneda. Detrás
de un aspecto rudo el actor construye a un individuo que se va sensibilizando
con la situación de Anora convirtiéndose en un aliado y vislumbrando un interés
romántico. Aunque sus nominaciones a varios Premios como Mejor Actor de Reparto
me parecen exageradas, es una digna labor.
“Anora”, que fue galardonada con 5 Oscars (Mejor
Película, Director, Guion Original, Edición, y la ya mencionada estatuilla para
Madison) es una obra competente que ofrece una óptica fresca de un tipo de
historia generalmente llena de clichés y elementos complacientes. Si debo decir
que no me parece ni cercana a ser la mejor película del año y que algunos de
los Premios que recolectó no los veo del todo merecidos. Pero no hay que negar que es una película apreciable
gracias a la singularidad que le imprime su director y al inspirado trabajo
protagónico de Mikey Madison.
Ramiro Cardozo B.-
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