Wimbledon
Confieso no ser muy fanático de las comedias románticas. Creo que en la mayoría de los filmes de este género predominan los clichés, la falta de originalidad, las formulas simplistas, y sobre todo un excesivo optimismo azucarado que puede producir un colapso diabético. Pero tratando de debilitar mis prejuicios hacia este tipo de películas decidí ver "Wimbledon", un romance dentro de la competición más prestigiosa en el mundo del tenis.
El film dirigido por Richard Loncraine, y protagonizado por Paul Bettany y la hermosa Kirsten Dunst, no escapa de algunos lugares comunes y momentos que tienden a tornarse un poco rosa. Pero a pesar de estas fallas "Wimbledon" resulta ser un entretenimiento cordial y fresco, cuya única intención es la de brindarnos un rato agradable y sin complicaciones intelectuales.
La película juega con la trillada noción de que el amor cambia la suerte, pero lo hace con gracia y desenfado utilizando un tono humorístico ágil que resulta bastante placentero.
La química entre Dunst y Bettany, si bien no es desbordada, funciona de forma efectiva haciendo creíble su mutua atracción. Dunst emana belleza y naturalidad, atributos que le permiten elaborar su personaje (de pocas exigencias interpretativas) de forma efectiva y sin ningún inconveniente. Pero la verdadera estrella de esta película es Paul Bettany que crea un personaje que se mueve con humor y humildad a través de la historia. Bettany posee un talento innato para la comedia que no desperdicia en ninguna de sus escenas. Su actuación ayuda a darle vitalidad a una historia que no se caracteriza por ser extremadamente original
Hay recursos narrativos que funcionan bastante bien, como el caso en que oímos los pensamientos de nuestro protagonista en el terreno de juego. Sus predicciones segundos antes de cada jugada, opiniones acerca de sus adversarios, y sus miedos, son expresados de forma simpática y divertida. En cuanto al deporte se refiere, no soy muy conocedor del tenis y no podría determinar lo eficaces o realistas que son las escenas que recrean el torneo, pero puedo decir que las mismas me parecieron atractivas y bien orquestadas.
Wimbledon no es una comedia indispensable, ni rompe con los esquemas conocidos del género, y muy posiblemente no permanecerá en la memoria de los cinéfilos empedernidos por mucho tiempo, pero hay que admitir que es una distracción ligera y amable que logra el objetivo de entretener.
Ramiro Cardozo B.-
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